El misterioso viaje de los franceses, tras Despeñaperros

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Autor: César Girón - Agosto.21

Alejandro Dumas comandaba su expedición

Alejandro Dumas vino a Andalucía acompañado de su hijo, autor de "La dama de las camelias" y de su "negro" Auguste Maquet, además de tres pintores: Boulanger, Desbarrolles y Giraud. Su objetivo: una incógnita.




Entre 1847 y 1848 en un destacado diario parisino, previamente, por entregas, y después, en una obra de cinco volúmenes, Alexandre Dumas, el autor de los Tres Mosqueteros o de El Conde de Montecristo, describe de modo epistolar las impresiones que sobre España había coleccionado, a su modo, tras el viaje que entre París y Cádiz efectuó el año anterior con ocasión de su 'improvisada' visita a nuestro país. Su venida se produjo con el pretexto de asistir a la boda del duque de Montpensier, el menor de los hijos del Rey de los Franceses, Luis Felipe I de Orleans, que contraía matrimonio con la infanta de España, Luisa Fernanda, hermana de la reina Isabel II, el 10 de octubre de 1846, el mismo día en que la reina contraería matrimonio, también, con su primo Francisco de Asís de Borbón Dos Sicilias.

Alexandre Dumas viajó por España entre principios de octubre y finales de noviembre de 1846. La razón principal de ese viaje fue asistir, siguiendo una 'indicación' gubernamental, del ministro de Instrucción Pública Narcisse–Achille de Salvandy, como cronista del enlace. Un mandato sobre el que es posible especular dada la forma precipitada en que Dumas partió para España y la inesperada prolongación posterior de su estancia.

El literato galo viajó en compañía de su hijo Alexandre, de su 'colaborador' Auguste Maquet, y de tres pintores: Louis Boulanger, Adolphe Desbarrolles y Eugène Giraud; además de con su llamativo sirviente abisinio, que depararía sabrosos pasajes durante las jornadas en España y que algunos han considerado el precedente del Passe-Partout de la vuelta al mundo en ochenta días.

En efecto, solo cuatro días antes de la doble ceremonia regia, Dumas fue llamado por De Salvandy y recibió el encargo de venir a España. Apenas pudo prepararse para tan largo viaje, pero él y su cuadrilla de compatriotas hicieron el viaje entre París y Madrid de manera vertiginosa, llegando a tiempo para asistir al evento. Entraron en España por la frontera de Irún, y, pasando por Tolosa, Burgos y el puerto de Somosierra, llegaron en dos días a Madrid, donde estuvieron casi dos semanas, asistiendo a la boda y a los espectáculos y celebraciones que la acompañaron, rodeados de principales personajes del momento como el músico Tomas Bretón o el pintor José Madrazo, deparando su estancia en la villa y corte episodios realmente singulares y llamativos. Después, tras visitar El Escorial, siguieron un recorrido, ciertamente inesperado, hacia el sur, que los llevó primero a Toledo y Aranjuez, y las jornadas siguientes, por Puerto Lápice, a La Carolina y Bailén, a Jaén y Granada.

En esta última ciudad pasarían cuatro días marchando apresuradamente de modo cuasi clandestino, debido al cariz que había tomando el poco épico suceso que tuvo lugar en una casa de la placeta de Cuchilleros, por lo que burlando a la autoridad, huyeron a Córdoba, donde dedicaron varias jornadas a cazar en Sierra Morena, y seguidamente a Sevilla y Cádiz, en cuyo puerto embarcaron hacia Argelia.

Oficialmente la razón de la venida de Dumas fue asistir a la celebración de la boda de Montpensier para cubrirla como cronista. Escasa fue la misma, pero lo que pone en duda el que el enlace fuera el auténtico motivo de la visita, se debe a la posterior prolongación del viaje hacia Andalucía y el norte de África, donde estuvieron en lugares en los que tenían un especial interés el monarca francés y Jean de Dieu Soult, el Gran Duque de Dalmacia, un viejo zorro conocido en nuestro país desde su venida con Napoleón. En ese momento Soult era primer ministro de Francia y era observado muy de cerca por Ramón María Narváez, el Espadón de Loja, que acababa de abandonar la presidencia del Gobierno, principalmente por su férrea oposición al matrimonio de la reina por imposición extranjera y por su postura sobre la intervención de España en México.

Hay quién apunta a que el viaje de los franceses al sur de España respondió al deseo del viaje iniciático, romántico y orientalista tan propio de la época, con el deseo de descubrir las cosas exóticas de los antiguos moros españoles. No queda claro por muy distintas razones. Acaso la más llamativa es el encargo en último momento de venir a España, por 'razón de estado', que le fue dado a Dumas; Un mandato que le transmitió Salvandy con conocimiento de Soult y de Luis Felipe I, ambos personajes con un especial interés en los tesoros de España, como se manifestaría poco tiempo después. Y, también, por el circunstancial recelo que Narváez hizo saber ante la presencia de tan 'pintoresco' –nunca mejor dicho– grupo de galos y la proclividad de Dumas a los movimientos revolucionarios y las barricadas.

Año y medio después tendría lugar la Primavera de los Pueblos, que en nuestro país fue controlada y contenida por el mandatario lojeño. Por otro lado las visitas y deseos de conocer y anotar que Dumas y los suyos manifestaron por determinadas cuestiones y lugares desde que atravesaron el desfiladero de Despeñaperros, con los misteriosos pasajes ocurridos en el barranco de la Niebla y en la Cerradura, hacen pensar en otro sentido. La posterior huida, sin demora alguna, hacia Córdoba, Sevilla y Cádiz, tras el inocente percance de Granada, alimentan el misterio y la sospecha sobre los auténticos motivos del viaje de los franceses comandados por el literato.