Granada: heráldica y vexilología
La permanencia del símbolo de Granada entre los más altos emblemas de nuestra nación es testimonio del indeleble significado que el Reino de Granada tuvo, y tiene, en la historia, la política y la organización territorial de España.
A pesar de su importancia y significado, a Granada como concepto histórico-político, se la hizo desaparecer interesadamente del estado de las autonomías.
Su presencia que se extiende entre 1492 y hoy día, 2017, sin ninguna excepción; entre los Reyes Católicos y Felipe VI; en los escudos de España y en los escudos de armas de todos los monarcas; con todos los regímenes habidos: monarquías -cuatro dinastías distintas, considerando la Bonaparte- y repúblicas, tanto en la primera como en la segunda; incluso en las enseñas y emblemas de los distintos bandos contendientes en momentos de conflicto, especialmente en las guerras civiles habidas entre españoles, al menos cuatro desde 1833.
Heráldica española
En una conferencia organizada por el aula de Cultura de IDEAL en 2008 con ocasión de la idea de la celebración del Milenio del Reino de Granada, expuse dilatadamente lo que ahora digo sobre la presencia del símbolo de Granada y su reino en el escudo de España y la postergación que del mismo, medida y calculada, se ha hecho en la simbología andaluza.
Aquella exposición que sorprendió a muchos de los presentes que no habían recalado en el planteamiento, generó la airada respuesta de algún centro directivo de la comunidad autónoma, que no estaba dispuesta a permitir el desmán.
Seguro que incurro de nuevo en el exceso de resaltar el valor de Granada, pero se trata de una cuestión de historia.
Según la heráldica, como disciplina auxiliar de la historia, la invención del escudo cuartelado para dar cabida a las distintas armerías fue una creación de Fernando III el Santo en 1230 cuando concibió el escudo de armas de Castilla y León. Los reyes de España posteriores habidos desde los Reyes Católicos -Trastámara-, Austrias, Borbones, Bonaparte, Saboya y las dos repúblicas, mantuvieron en sus emblemas oficiales las armas del Reino de Granada. Como tal blasón ha sido recogido principalmente en el entado del escudo, en la punta, como elemento simbólico de cierre de la unidad nacional. No obstante, no han faltado construcciones heráldicas que le han dado otra posición más destacada, como la de José I Bonaparte, que dividió el escudo en seis cuarteles, concediendo el quinto a Granada y el sexto a las Indias. En la heráldica de armas de los reyes españoles ha sucedido igual. El escudo ha recogido el blasón de Granada principalmente entado en punta, sin perjuicio de que en alguna ocasión ha aparecido centrado a modo de escusón.
Asimismo, prácticamente el diseño de la granada ha sido el mismo: «al natural, rajada de gules o rojo, tallada y hojada de dos hojas de sinople o verde», aunque en el caso del escudo de la II República se expresó no en natural sino en sinople y rajada de gules. Colores, sinople y gules, que posteriormente, en 1980, el concejal José Miguel Castillo Higueras, ambientándose también en los colores del estandarte de Muhammad I, empleara en la bandera de la ciudad.
En Andalucía
Llama la atención tras lo dicho, como se porfió en la eliminación de la presencia y significado de Granada en la vexilología y la heráldica andaluza, al tiempo de hacer nacer la actual 'gran' Andalucía, en la que se optó por borrar todo recuerdo de un pasado acrisolado que nos encontraba y crear una serie de símbolos poco reconocibles. Que Hércules y las columnas del Plus Ultra están vinculados con la historia de España, no hay duda, aunque sea más mitológico que real. De lo que sí la hay es de que lo sea exclusivamente de Andalucía. Menos aún lo es la verde y blanca, a la que como bandera se le ha tratado de buscar origen y fundamento en lejanos pendones de la Edad Media, todos vinculados con el Islam, claro, en esa búsqueda de una pretendida edad de oro, en la edad media, de una inexistente Andalucía.
Origen mítico
Así, decir por ahora aquí, que se le han señalado -o inventado- varios orígenes. Acaso el más 'noble', se señala por su origen el del ser ya pendón del emir Al Mutasim de la taifa de Almería, en cuya alcazaba, allá por el año 1051, ondeaba. Ello ha servido para llevar a los nacionalistas andaluces a decir que «ante ella nos encontramos con absoluta seguridad con la bandera más antigua de toda Europa, y por lo tanto, probablemente, de las que se siguen usando oficialmente hoy día en el mundo». Afirmación, a mi entender, tan peregrina como osada. Más cuando se eleva a categoría de tautología irrefutable porque lo hacen nacer de unos versos, tomados por Henri Peres en su libro 'Esplendor de Al Andalus', de un poema de Abú Asbag Ibn Arqam: «Una verde bandera/ que se ha hecho de la aurora blanca un cinturón/ despliega sobre ti un ala de delicia,/ que ella te asegure la felicidad/ al concederte un espíritu triunfante». Se señalan otros fundamentos no menos arriesgados, e incluso, en orden a ser origen del pendón andaluz.
Así, no debe olvidarse la cita en la Historia General de España (1896) de Miguel Morayta, que narra la entrada de Abderramán en la llanura de Sevilla, en la zona de la actual Tocina y Los Rosales, que los avezados glosadores del régimen señalan como origen mítico de la bandera, argumento al que suman una cita dispersa en la historiografía que avalan con el hecho de que fuera citada por Claudio Sánchez Albornoz en 'Lecturas históricas españolas', que viene a referirse al mismo pasaje, de al 'Ajbar machmua' o 'Crónica anónima del siglo XI'.
Asambleas regionalistas
Ahora bien, se sabe de las propuestas y resultados de las fallidas asambleas regionalistas de Ronda (1918) y de Córdoba (1919) donde los 'teóricos' representantes de Granada y de otras provincias abandonaron la reunión y abortaron los resultados pretendidos por los protoandalucistas encabezados por los 'liberalistas' Blas Infante o Álvarez Ossorio, donde se reconoce que es necesario abandonar el color negro y el rojo que habían pensado para la bandera de Andalucía. El negro que representaba «el luto por los caídos», que «había que cambiarlo por la alegría»; y el rojo que testimoniaba «la sangre vertida» porque «estimulaba a venganzas que había que desterrar».
Ya en 1932 se asume por la desastrosa asamblea regionalista por primera vez la bandera blanca y verde como bandera de su Andalucía, pensada inicialmente sin escudo; bandera que elevan por vez primera tres notables personalidades del momento en Sevilla: José González Fernández de la Bandera, alcalde de la ciudad entre 1931 y 1933, Hermenegildo Casas Jiménez, presidente de la Diputación sevillana, y Blanca Vázquez, hija del periodista andalucista, amigo personal de Blas Infante y uno de los más vehementes defensores del 'Ideal Andaluz', José Andrés Vázquez y Pérez, que fue la encargada de izarla.
No es necesario que traslade ahora aquí lo que los representantes públicos granadinos del momento, alcalde de Granada y presidente de la Diputación, principalmente, ambos del PSOE, opinaron de aquella azarosa asamblea de 1932 y con qué argumentos rechazaron participar. Mejor en otro momento. Pero quede que Granada, metódica e interesadamente, se hizo desaparecer del estado de las autonomías, con la manipulada historia del andalucismo. Tiene explicación...
Autor: César Girón
Septiembre 2017